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31.1.12

El sirviente

Nacho Cagiga

Una y otra vez, ellos van y vienen, llegan hasta nuestra casa. Yo les abro la puerta. Les sirvo hasta que ella llega, sugerente, preparada para la orgía. Entonces me retiro, siempre hay algo que limpiar, algo que hacer en cualquier estancia, en el jardín, en los establos. Ella se entrega solícita y cada noche uno de ellos se convierte en su amor. Al día siguiente los veo irse juntos (ella y sus pretendientes) a tomar el baño, mientras yo recojo los restos de la ceremonia de la noche anterior. Luego ella desaparece hasta que vuelve a anochecer y, puesto otra vez a punto por mí, todo empieza de nuevo. Viejos y nuevos amantes se turnan en sus aposentos. Y mi gran pasión, al tiempo que mi gran tormento, es que llegue el día en que ella elija.

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