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22.3.10

Amor empaquetado

Mar Solana
Acababan de disfrutar de un rato de sexo apasionado. Yacían uno al lado del otro, pletóricos de entusiasmo y de feromonas. Él fue a preparar café y ella siguió allí, decúbito supino y sin decir palabra; pasmada, con los ojos muy abiertos y fijos en un techo plagado de contraluces juguetones. Hinchada, con los pezones tan rosados y turgentes como al principio. Él regresó recién duchado y oliendo a empalagosa gomina. Le besó sus rojos y abultados labios y depositó una taza humeante en su mesita de noche. Cogió un elegante cartapacio y se marchó a trabajar. No había transcurrido ni una hora cuando se volvió a escuchar la puerta. Una mujer vestida de forma sencilla, con un pañuelo anudado a la cabeza, avanzó con soltura por la estancia. Al pasar por el dormitorio la vio allí, igual de inerte e inflada que otras veces. La cogió de las hinchadas y rosadas piernas y la arrastró fuera de la cama sin piedad. Movió con soltura sus dedos detrás del cuello de ella, como si ya lo hubiera hecho más veces, y de repente un ruido de globo deshinchándose inundó el silencio y aquella mujer, antes desplegada y sinuosa como carretera de montaña, se fue arrugando como una pasa.
─ ¡Vamos, muñeca…debes volver a tu caja! Hay que ventilar esta
pocilga─ masculló la mujer de la limpieza mientras sus labios dibujaban un gesto cómico y su cabeza se movía hacía ambos lados.

Relato finalista en el III Premio Algazara de Microrrelatos y publicado en “Cuentos Alígeros”

2 comentarios:

  1. Hola, José Antonio:

    En primer lugar, darte las gracias por incluir mi micro en este divertido proyecto.

    Decirte también que has confundido la parafilia de mi historia. No se trata de PEDICACIÓN, es ANDROFILIA O PEDIOFILIA: sexo con muñecas.

    ;=)

    Un abrazo.

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  2. Hola Mar.
    Tienes toda la razón, además era eso lo que quería poner; pediofilia.
    Gracias.

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