César Klauer
Sin mirar la pantallita, de memoria, cambió el tono del celular a vibrador. Se mordió el labio inferior. Sonrió. Alzó el ruedo de su falda. Estiró la suave ropa interior de encaje blanco. Puso el teléfono en la humedad de su entrepierna.
El tic tac del reloj de pared le anunció que ya era hora de la llamada que aguardaba.
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