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11.1.11

Muñequita linda

Andrés Portillo
Paso la lengua por sus pies y me saben a merengue. Sus tobillos a regaliz, a membrillo sus rodillas. La chupo una vez y mil veces, los muslos de mermelada, el arrope de sus caderas, y me emborracho de glucosa. Recorro su vientre de turrón blando, su pecho de algodón de feria. La muerdo. Me relamo. Me pringo de chocolate al hociquear en su pelo. Roncho su barbilla caramelizada, los pómulos de cacao, sus ojos mentolados... Estaba en la confitería, entre los buñuelos y los huesos de santo. La dependienta me preguntó qué deseaba y señalé la muñeca. Sonrió, me la envolvió en papel de regalo y me la llevé a casa. La habría amado la vida entera, pero se desgasta tan rápido que ya sólo me queda su sexo.

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