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3.9.10

La pared

Ana Vega
Cuando él llega a casa, ella se desnuda, se acerca a la pared y permanece allí, de pie, inmóvil, con la mirada fija en sus movimientos. El deja la maleta en el suelo y se afloja la corbata. Se dirige a la pared con paso lento pero firme. La silueta de ella marcada a modo de diana. Le sujeta las manos y las coloca una a cada lado del cuerpo- hacia arriba a modo de súplica- le separa las piernas con las suyas, la crucifica de un modo dulce. Saca del bolsillo el pañuelo de seda negra, se lo coloca en los ojos y con un único pero fuerte impulso sube sus piernas para enredarlas en la cintura. La posee mientras ella permanece anclada en la pared, sabe que un solo movimiento en falso bastaría para derrumbar la casa entera.

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