El joven escritor aprovecha su incipiente fama para acostarse con esas tres o cuatro muchachas que agradecidas, le prometen leerlo hasta la muerte. Lo mismo le aseguran las diez o doce nuevas seguidoras que se suman a las anteriores con su segunda obra. Apenas un escalón camino de la tercera novela, la que le otorga el verdadero salto a la fama y a la promiscuidad. Cien, mil, diez mil lectoras lo acorralan contra la estantería. Es agotador, sí, pero cómo si no asegurar esa fidelidad tan necesaria.
Ay madre, lo que hay que hacer para tener lectores... ;)
ResponderEliminarMe llegó al alma tu dedicatoria Doña Candi.
Doña Candi:
ResponderEliminar¿Tiene usted un email? No caí en pedírselo(fallo garrafal).
Gracias al cuadrado por mencionarme. :)
Abrazo
Laquemordióelpolvo