María Zaragoza
Ilustración Javier Benardino
Le dije que la sacara, que dolía. Él, empezó a apretar. Y apretó y apretó como el lobo que soplaba y soplaba delante de la casa de los tres cerditos. Y yo gritaba y luchaba por retirarme. Pero él me acariciaba el pelo.
–Tranquila, cariño –decía–. Me lo has pedido tú.
Y me daba un beso y seguía apretando. Yo, me mordía el labio y me proponía aguantar hasta que la sacara. Como una mujer fuerte.
Después de mucho trabajo, la astilla de madera, se deci- dió a dejarse extraer acompañada de unas gotitas de sangre que él lamió con deleite.
–¿Qué has hecho para clavarte esto? –preguntó. Pero no quise responder.
Relato publicado en PervertiDos.
Ilustración Javier Benardino
Le dije que la sacara, que dolía. Él, empezó a apretar. Y apretó y apretó como el lobo que soplaba y soplaba delante de la casa de los tres cerditos. Y yo gritaba y luchaba por retirarme. Pero él me acariciaba el pelo.
–Tranquila, cariño –decía–. Me lo has pedido tú.
Y me daba un beso y seguía apretando. Yo, me mordía el labio y me proponía aguantar hasta que la sacara. Como una mujer fuerte.
Después de mucho trabajo, la astilla de madera, se deci- dió a dejarse extraer acompañada de unas gotitas de sangre que él lamió con deleite.
–¿Qué has hecho para clavarte esto? –preguntó. Pero no quise responder.
Relato publicado en PervertiDos.
Uish!!!! con la astillita, menos mal q era una mujer fuerte.
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