Reseña de Perversiones, o la consecuencia de leer cierto tipo de libros, en Dosis comprimidas.
Desde que leí Perversiones (Breve catálogo de Parafilias Ilustradas) de la editorial Traspiés dentro de su colección de libros ilustrados Vagamundos mi cuerpo se ha vuelto loco. Mis ojos van a su bola y sólo se fijan en las nalgas y los pechos de las mujeres que me cruzo en la calle. Y no se detienen ahí, no. Se han vuelto unos obsesos y han adquirido una curiosa propiedad. Pueden ver con todo lujo de detalles lo que hay debajo de la ropa de algunas de esas damas: bolas chinas, consoladores, telarañas y hasta una vagina de protección oficial subvencionada con los fondos de la Unión Europea.
Pero mis ojos no son los únicos que me traicionan. Mi boca comienza a lanzar piropos fuera de lugar a los pobres obreros que están trabajando de sol a sol en la obra. Yo trato de reprenderla, pero ella se limita a lamer los zapatos rojos de aguja que saca a ventilar en el patio de atrás la vecina del bajo. Hoy, un albañil, me ha guiñado el ojo.
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