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26.11.11

Garage carnal

Joan Ripollès Iranzo
Ilustración El Bute
El ano dilató, parecía hipar o querer decir algo, pero, en realidad, el primer bochito asomó el morro verde y mojado. Le siguió el segundo, el tercero, el cuarto y, así, hasta ocho o nueve. Eran un puñado de llaveros engarzados que me había preocupado de comprar en un mercado chilango, aunque la etiqueta declaraba bien a las claras “Made in China”.
Los taxicitos de juguete formaban una hilera y a la nena le encantaba imaginar que su recto era una misteriosa autopista donde los pequeños autos entraban echando marcha atrás, para después salir ahumados por la bruma de sus respingos. Fabulaba masacres y accidentes, sangrientos atropellos en las sendas caldosas de su sexo que menstruaba.
No tenía la nena menos de diecinueve años ni más de veintidós y a veces prefería hacer pis en el lavamanos o en la ducha. Una tarde intentó orinar con los cochecitos en el coño y se cago (es un decir) de risa. Hay cosas que no se pueden.

Relato publicado en PERVERSIONES.

1 comentario:

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