Jasús García Blanca
Voy siempre al mismo local, donde suelo encontrar una mesa suficientemente protegida junto a una pared y donde no tengo que abrir la boca pues todos los empleados saben muy bien que deben servirme café solo.
Café. Solo.
Siento el primer suave temblor durante la espera.
Cuando la taza se acerca zizagueando entre las mesas de mármol a lomos de la bandeja, el temblor comienza a convertirse en agitación. A veces, para prolongar el ascenso, cruzo las piernas y las aprieto con fuerza mientras unas manos de irrevocable piel fría depositan la taza junto a mi libro cerrado.
Para entonces he dejado de escuchar la música; estoy rodeado de sombras fugaces. Rasgo el sobre de papel amarillo y suelto el azúcar sobre la gruesa capa de espuma mientras contengo las crecientes vibraciones de mis muslos.
El azúcar se mantiene unos instantes flotando sobre la crema hasta que ambas se transforman en grumos que aceleran mis escalofríos. La cucharilla penetra la espuma. Mis hombros tiemblan brevemente.
Sigo con la vista la cucharilla mientras revuelve lentamente los grumos vacilantes sintiendo las oleadas de furor que ascienden por el interior de mis muslos dejando un dulce rastro de suave dolor.
Agarro la taza esforzándome para no romperla. La acerco a mis labios mientras el espasmo entre mis piernas pugna por salir.
El café penetra finalmente inundando mis laberintos oscuros mientras el semen abandona el otro extremo del túnel.
El viscoso intercambio se ha cumplido.
Te falta 'car-girlofilia'.....o footdriving... que puedes descubrir en el post.... http://horroerotica.blogspot.com/2010/03/je-suis-prendre.html
ResponderEliminarMaravilloso, un texto único, y una parafilia exquisita.
ResponderEliminar¿Cómo te puedo escribir? Estoy muy espesa hoy, lo siento.
ResponderEliminarQué extrañas son las filias. Y a mí que el café no me dice nada :)
ResponderEliminarun abrazo
Demonella, gracias por tu breve piropo
ResponderEliminarpuedes escribir a: keffet@gmail.com
J