Nerea Ferrez
Le gustaba lamerme los labios cuando estaban sin vello, hermosos como los de un infante, y recrearse en la fantasía de estar con una tal Cacerin Jepbur. Eso fue antes de que nos alejaran. Yo ya le dije muchas veces que aquello no estaba bien, pero comenzó a olvidárseme con los años y el cariño.
Ahora de vez en cuando viene a verme al Centro. Ha vuelto a llamarme abuela.
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